Las lecciones que no aprendemos
Como mexicano, el 13 y 20 de mayo me estremecen con una fuerza que trasciende el tiempo, siento el peso de una fecha que no es solo un número, sino un eco de traiciones y errores que resuenan hasta ahora, hace 83 años, en 1942 el buque Potrero del Llano fue hundido por un submarino nazi, un golpe que nos arrastró a la Segunda Guerra Mundial y nos mostró el costo de confiar en regímenes sin escrúpulos, en los últimos días, un video que circula en redes ha removido el pasado, donde la propia presidente Claudia Sheinbaum señala a la derecha como la raíz de atrocidades como el Holocausto, pero su narrativa pasa de largo una verdad que quema: el gobierno socialista de Lázaro Cárdenas alimentó con petróleo mexicano la maquinaria nazi que desató esa tragedia y hoy, en un giro que duele, repetimos el error enviando petróleo a Cuba, sosteniendo un régimen comunista que asfixia a su pueblo, no es una casualidad; es un espejo que nos exige mirarnos de frente.
La herida de 1942
Imaginen un barco navegando con la bandera mexicana ondeando con orgullo, sus costados pintados para gritar neutralidad en un mundo en guerra, ese era el Potrero del Llano, hasta que el 13 de mayo de 1942 un torpedo del submarino nazi U-564 lo destrozó, catorce marinos mexicanos murieron, siete días después, el Faja de Oro fue hundido por el U-106 con nueve vidas perdidas, no eran buques de guerra, sino mercantes que llevaban petróleo, símbolos de un México que bajo Lázaro Cárdenas y luego Manuel Ávila Camacho, había elegido mantenerse al margen de la tormenta global, fiel a nuestra raíz pacifista y cautelosamente timoratos ante un conflicto que parecía lejano.
Pero los nazis no respetaron banderas, entre 1938 y 1940 tras la expropiación petrolera que desafió a las grandes compañías extranjeras, México buscó compradores para nuestro crudo, las petroleras británicas y estadounidenses nos cerraron las puertas, pero la Alemania nazi, si, la de Adolfo Hitler, con su maquinaria de guerra sedienta, las abrió de par en par, millones de barriles de nuestro petróleo cruzaron el mundo, transportados para llenar los tanques de la Wehrmacht, ese crudo, que Cárdenas vendió para romper el boicot y afirmar nuestra soberanía, impulsó la invasión de Polonia, los bombardeos de Londres y los campos de exterminio donde millones fueron asesinados, México no era nazi —acogimos con generosidad a refugiados- pero nuestra decisión tuvo un costo, el petróleo que vendimos fortaleció a Hitler y él nos pagó con torpedos.
El hundimiento del Potrero del Llano desató una furia nacional, Ávila Camacho exigió justicia, pero Alemania, Italia y Japón respondieron con silencio, tras el ataque al Faja de Oro, México dejó de lado la neutralidad, así 28 de mayo de 1942 declaramos la guerra al Eje y el Escuadrón 201, los “Águilas Aztecas”, llevó nuestro orgullo al Pacífico, fue un acto de dignidad, pero no borra la lección: negociar con tiranos, aunque sea por necesidad, siempre pasa factura.
El video de Sheinbaum y la historia a medias
En los últimos días, un video ha avivado estas memorias, pero con un lente que distorsiona, en él, la presidente Claudia Sheinbaum acusa a la derecha de ser la semilla de horrores como el Holocausto, tejiendo un relato donde los conservadores son los villanos y el socialismo el salvador, hay algo de verdad en sus palabras: en Europa y América, algunos sectores de derecha —banqueros, políticos oportunistas, reaccionarios— coquetearon con el fascismo, atraídos por su odio al comunismo o su promesa de orden, pero reducir la historia a un duelo de buenos contra malos es una trampa, el Holocausto fue obra del nazismo y México socialista de izquierda no fue un espectador inocente.
El gobierno socialista de Cárdenas, cometió un error que no podemos ignorar, vender petróleo a los nazis no fue un respaldo a su ideología, sino un cálculo para salvar la expropiación petrolera, México rompió el boicot de las petroleras, pero ese crudo no solo llenó nuestras arcas; llenó los depósitos de los Panzer y los aviones de la Luftwaffe, cada barril que enviamos aunque fuera mínimo, contribuyó a poner un ladrillo en el camino hacia Auschwitz, las palabras de Sheinbaum en el video callan esta verdad, optando por un relato que exalta el socialismo y demoniza a la derecha, es una manipulación que no solo deshonra la complejidad del pasado, sino que nos ciega ante el presente.
Cuba el pasado que se repite
Si el 13 de mayo de 1942 nos enseñó algo, es que el petróleo puede ser un arma de doble filo, hoy en 2025, volvemos a blandirla sin cuidado, desde 2023, México ha enviado cientos de miles de barriles de crudo a Cuba, lo llaman “cooperación”, un gesto de hermandad con un pueblo que sufre, pero ese petróleo no llega a los cubanos que luchan por comer, expresarse o soñar con un futuro mejor, llega a las manos del régimen de Miguel Díaz-Canel, una dictadura comunista que por más de seis décadas, ha silenciado voces, encarcelado opositores y sumido a la isla en una crisis sin fin.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos lo dejó claro en 2024, Cuba vive bajo un sistema que reprime sin piedad, las protestas de julio de 2021, donde miles salieron a las calles pidiendo libertad, fueron aplastadas con violencia, desde entonces, el éxodo no para; los cubanos huyen en cualquier cosa que los saque de una isla que se hunde en la miseria, nuestro petróleo, extraído por Pemex, no alivia ese dolor, es la gasolina que mantiene encendido el motor de la represión, los camiones que llevan a los disidentes a prisión, las luces que iluminan las oficinas de la Seguridad del Estado, cada barril que enviamos es un eco de los que mandamos a Alemania hace casi un siglo y en ambos casos si ha sido el holocausto.
Un llamado a la memoria
El 13 de mayo de 1942 cambió a México. Los marinos del Potrero del Llano y el Faja de Oro pagaron con su vida nuestra ingenuidad, pero su sacrificio nos dio valor. México se levantó, enfrentó al Eje y demostró que podía ser más que una víctima. Hoy, el 13 de mayo de 2025, nos pide lo mismo. Las palabras de Sheinbaum en ese video, con su historia a medias, son un síntoma de nuestra fragilidad: preferimos relatos que nos consuelen a verdades que nos desafíen. La derecha no es el monstruo único, ni el socialismo un santo sin mancha. Ambos han tropezado, y nosotros, como país, también.
Dejar de enviar petróleo a Cuba no es traicionar a un aliado; es negarnos a ser cómplices de una dictadura. Honrar a los caídos de 1942 significa aprender de sus muertes, no repetir las decisiones que las provocaron. La soberanía que Cárdenas defendió no se mide en barriles exportados, sino en la coherencia de no sostener a quienes oprimen. El 13 de mayo es un espejo que nos muestra lo que fuimos: un país que vendió petróleo a los nazis y pagó con sangre. Nos muestra lo que somos: un país que regala petróleo a Cuba y calla ante la represión. Pero también nos muestra lo que podemos ser: un México que elige la justicia sobre la complicidad, la verdad sobre los discursos.
Que los marinos del Potrero del Llano, las víctimas del Holocausto y el pueblo cubano nos despierten. No más petróleo para tiranos. No más historias a medias. México merece un futuro escrito con valentía, no con la tinta de los errores del pasado.