El Ocaso de Morena en las Urnas: El Triunfo del Voto Mexicano
Soy un mexicano que lleva en el alma el sueño de un país más justo, libre y auténticamente democrático, con una mezcla de inquietud y esperanza observo los pasos en falso que podrían llevar a Morena a su fin, el reciente acuerdo con el Partido Comunista de Cuba, firmado en La Habana, ha levantado murmullos de rechazo al vincular al partido gobernante con un régimen autoritario, a esto se suman los rumores que corren como fuego en redes sociales, hablando de 44 figuras de Morena, gobernadores, legisladores, funcionarios, bajo el escrutinio del Departamento de Estado de Estados Unidos por supuestos lazos con el narcotráfico, estos traspiés, envueltos en secretismo y soberbia, están desgastando la credibilidad de un partido que juró transformar México, pero no deseo que su caída venga de una intervención extranjera, como la que derrocó a Manuel Noriega en Panamá en 1989, quiero que Morena sea derrotada donde el poder realmente reside, en las urnas, con el voto libre y decidido de los mexicanos, ese es el sendero hacia un cambio verdadero y por el bien de México, confío en que el pueblo lo hará realidad
El pacto con Cuba no es un simple guiño diplomático, es un desafío que revela una desconexión profunda con lo que millones de mexicanos anhelan, atarse a un régimen que tras 66 años de partido único ha hundido a su pueblo en la represión y la pobreza, aleja a quienes respaldaron a Morena por su promesa de justicia social y pinta un cuadro de añoranza por modelos que el tiempo ya desechó, la falta de claridad sobre los términos del acuerdo siembra dudas, incluso entre los propios morenistas, que no son un bloque uniforme, hay quienes desde dentro, miran con desconfianza este coqueteo con el autoritarismo y esa grieta interna podría convertirse en un abismo
La sombra se alarga con las acusaciones de vínculos con el narcotráfico, publicaciones que citan columnas y fuentes anónimas en Washington aseguran que la DEA tiene en la mira a 44 figuras clave de Morena, señaladas por colusión con cárteles, lavado de dinero y corrupción, aunque no hay pruebas oficiales, el solo eco de estas sospechas golpea como un trueno a un partido que se vendió como la cura a la podredumbre del pasado, palabras como narcoestado o morenarcos que resuenan en redes, capturan un enojo que cruza las líneas de la polarización, los mexicanos estamos hartos de promesas rotas y cada rumor, sea cierto o no, alimenta la idea de que Morena no es el faro de pureza que prometió ser
Estos errores traen a la memoria un capítulo sombrío, la intervención estadounidense en Panamá para capturar a Manuel Noriega, un aliado que se volvió incómodo para Washington, en 1989 26000 soldados invadieron, destrozaron las defensas locales y tras acorralarlo en la nunciatura del Vaticano con rock a todo volumen, llevaron a Noriega a Miami para juzgarlo por narcotráfico, la excusa fue proteger intereses estadounidenses y devolver la democracia, pero el costo fue sangre, ruinas y una nación humillada, podría México seguir un camino parecido, con un Manuel, tal vez alguien como Manuel Bartlett, rodeado de rumores o un emblema de la cúpula de Morena en la mira, la posibilidad hiela la sangre, las amenazas de intervención de figuras como Donald Trump, la etiqueta de los cárteles como organizaciones terroristas y el primer cargo de terrorismo contra un traficante mexicano en California sugieren que Estados Unidos no se quedará de brazos cruzados si ve a México como un narcoestado o un amigo de regímenes hostiles
Una intervención aquí no sería un alarde de tanques como en Panamá, sino algo más sigiloso, fuerzas especiales, drones, ciberataques, la captura de Ovidio Guzmán en 2023, que incendió Sinaloa, mostró cómo un golpe preciso puede desatar el caos, si Estados Unidos apuntara a un Manuel mexicano, las consecuencias serían devastadoras, furia de los cárteles, protestas en las calles, una crisis diplomática y una puñalada a nuestra soberanía, Morena se desplomaría bajo el peso de la vergüenza, pero el precio lo pagaríamos todos, el Quincy Institute lo dice claro, una acción unilateral fracturaría la relación con Estados Unidos y podría arrastrarnos a una guerra sin fin contra los cárteles, un escenario que nadie en su sano juicio querría
Por eso, el fin de Morena debe escribirse en otro lugar, en las urnas, en 2027 los mexicanos tenemos el poder de castigar sus errores, no con ejércitos extranjeros, sino con el arma más noble de la democracia, el voto, la oposición, aunque ahora parece un rompecabezas desarmado, tiene ante sí una oportunidad de oro si logra tejer una propuesta sólida, anclada en las necesidades del pueblo y no en egos o revanchas, los votantes que en 2018 y 2024 entregaron a Morena un mandato arrollador no están ciegos, ven la inseguridad que no se doblega, la economía que cojea, los pactos turbios y las acusaciones que manchan el sueño de la Cuarta Transformación, ese desencanto es la chispa de un cambio pacífico y soberano
Morena podría intentar salvarse, avivando el nacionalismo, pintando las críticas como un complot extranjero, esa carta ha funcionado antes, pero pierde fuerza cuando la realidad aprieta, si emergen pruebas de corrupción o lazos con el crimen, el pueblo no será indulgente, la polarización, que nos parte en dos, es también un motor, cada mexicano que se informe, que alce la voz, que marque su boleta, es un ladrillo en el muro de un futuro donde el poder vuelva a su dueño, los ciudadanos
Quiero el fin de Morena, pero no a costa de nuestra dignidad, no quiero drones surcando nuestro cielo, ni comandos en nuestras calles, ni a un Manuel arrastrado a un tribunal foráneo, quiero que, en 2027 el pueblo mexicano hable con su voto y diga: basta de opacidad, de soberbia, de traiciones, exijamos luz sobre el pacto con Cuba, respuestas claras ante las acusaciones de narcotráfico y un gobierno que coloque al pueblo por encima de nostalgias ideológicas, el poder está en nuestras manos, en cada boleta, en cada paso hacia las urnas, por el bien de México, que el ocaso de Morena sea un himno a la democracia, escrito con la tinta de los votos y no con las heridas de una intervención, en las urnas, México puede florecer de nuevo