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La recesión que llegó

La furia y la impotencia que nos queman al ver cómo esta recesión técnica nos arrastra al borde del abismo, Banco Mundial nos sentencia a un crecimiento de 0% y el Fondo Monetario Internacional nos hunde aún más con un -0.3% para 2025, la economía informal, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ya atrapa al 55% de los trabajadores y el panorama es desolador: ¿llegaremos al 65% o al 70%, es decir siete de cada diez mexicanos sobreviviendo en la precariedad, sin seguridad social, sin un retiro digno, sin un horizonte claro?

Pero lo que corta como navaja es la ceguera deliberada de la Presidencia de la República, que niega los números de los analistas, desprecia la realidad y nos quiere vender una fantasía de “bienestar” y “otros datos” mientras nuestras comunidades se desmoronan.

No es una crisis pasajera, es un terremoto que está próximo a derrumbar a los pequeños negocios, el alma misma de nuestro México, la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) reporta que las ventas han caído un 30%, porque las familias ya no tienen con qué gastar, la inflación alimentaria, que alcanzó el 5.29% anual en noviembre de 2023 según el INEGI, no da tregua y el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC), que prometió bajar los precios un 8%, apenas logró un ridículo 3.3% en la Ciudad de México, según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, sin embargo, la Presidencia se niega a ver la verdad, en lugar de enfrentar los datos duros —los del Banco Mundial, los del FMI, los de los expertos que alertan sobre el colapso— nos sale con que tiene “otros datos”, como si los locales cerrados, los mercados vacíos y las familias que hacen malabares para comer fueran una invención, esta negación no es solo ineptitud: es una traición al pueblo que juraron servir.

Mientras la Presidencia se aferra a su narrativa, los pequeños negocios comenzarán a apagarse uno tras otro, piensen en doña Rosa, que vende comida en su restaurante y ya no puede comprar los insumos porque todo está por las nubes, o en Juan, que puso su taller de mecánica con los ahorros de toda su vida y ahora no sabe si podrá pagar la renta del local, la economía informal crece porque la formalidad es un castigo: trámites caros, impuestos que asfixian y un Servicio de Administración Tributaria (SAT) que, para colmo, está declarando improcedentes miles de devoluciones de IVA e ISR, según reportes de El Economista y publicaciones en X, estas devoluciones son dinero legítimo de los contribuyentes, de los pequeños empresarios y trabajadores que con esfuerzo, cumplen con sus obligaciones, rechazarlas sin media explicación no es un error, es un robo descarado, una forma de exprimir a los tres de cada diez que aún sostendrán la economía formal para tapar los hoyos de una administración que gasta sin ton ni son en programas clientelares.

La “economía del bienestar” que tanto presume la Presidencia es un espejismo, una mentira que se desmorona con solo mirar los números, dicen que los programas sociales son la salvación, están en la Constitución, son Ley, pero no nos dicen de dónde sale el dinero, la deuda pública ya ronda el 54% del PIB, según el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) y la solución del gobierno probablemente será seguir endeudándonos, hasta que no podamos pagar y como si no supiéramos cómo termina esa historia, en los 80 y los 90 lo vivimos: crisis tras crisis, deudas que se acumulan y siempre pagamos los mismos, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) calcula que la sobrerregulación nos cuesta el 2.7% del PIB, equivalente a perder un estado entero como Michoacán, la Presidencia no escucha, sigue con su mantra de “otros datos”, como si el sufrimiento de las familias, el cierre de negocios y el miedo a no llegar a fin de mes fueran una conspiración de los analistas, arrogancia que es un insulto a nuestra inteligencia, un desprecio al dolor.

La canasta básica es una herida que no para de sangrar, los precios, basados en datos de la Central de Abasto de la Ciudad de México, el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM) y reportes de abril de 2025, son una pesadilla que nos despierta cada vez que vamos al mercado:

  • Jitomate: $20-$34 por kilo, hasta $60 en algunos mercados.
  • Cebolla: $7-$40 por kilo, con alzas del 22.94% (ANPEC).
  • Chiles (serrano, jalapeño): $23-$55 por kilo, con incrementos del 19.77%.
  • Huevo: $37 por kilo en la Central de Abasto, $44-$60 por cartón de 12 en supermercados.
  • Frutas:
    • Aguacate: $60-$100 por kilo.
    • Limón: $13-$40 por kilo.
    • Plátano: Alzas constantes reportadas.
  • Cereales (maíz, trigo): Tortillas a $20-$26 por kilo, un salto brutal desde los $10.50 de hace años.
  • Leche: $24-$26 por litro en la Central de Abasto, hasta $40 en supermercados, con un aumento del 28% desde 2020 (ADN40).
  • Azúcar: $20.52 por kilo en la Central, $27-$30 en tiendas, con un alza del 6.33% (ANPEC).
  • Café: $100-$150 por kilo en supermercados.
  • Pan: Alzas reportadas por la ANPEC, sin datos exactos.
  • Frijol: $50 por kilo para frijol negro, con tendencia al alza.
  • Carne de res: $300-$600 por kilo, según el corte.
  • Pollo: $100-$150 por kilo, con incrementos recientes.
  • Pescado: Alzas reportadas, sin datos precisos.

Estos precios son un puñetazo en el alma, la gente ya comenzamos a recurrir a productos baratos y de mala calidad para no quedarnos con el plato vacío, mientras los pequeños comerciantes ven sus sueños colapsar, la pandemia nos enseñó el abandono del gobierno; esta recesión será la prueba de su cinismo, la Presidencia no solo ignora los números, sino que castiga a quienes intentan mantenerse en la formalidad, el SAT, con sus devoluciones improcedentes, no es un obstáculo, es un verdugo que asfixia a los contribuyentes honestos, esto no es un descuido, es una estrategia para recaudar a costa de los más vulnerables, mientras el gobierno derrocha en programas que no atacan la raíz del problema.

La “economía del bienestar” es una farsa que nos está hundiendo, regalar dinero sin fortalecer la economía formal es como echar agua a un barco que se hunde, la informalidad no es una solución, es una trampa que perpetúa la pobreza, el IMCO y otros expertos han propuesto soluciones claras: simplificar trámites, reducir costos de formalización, ofrecer incentivos fiscales para microempresas y crear puentes para que los trabajadores informales accedan a la seguridad social, pero Presidencia prefiere su realidad alterna, donde los “otros datos” reemplazan a la verdad y la deuda se acumulara como una tormenta que nos va a estallar en la cara.

¿Cuándo abrirán los ojos? ¿Cuando el 70% de nosotros vivamos en la sombra, sin derechos, sin ahorros, sin dignidad? ¿Cuando los tres de cada diez en la formalidad colapsen bajo el peso de los impuestos y las devoluciones negadas? La pandemia fue una lección amarga: nos dejaron solos y muchos negocios nunca volvieron a abrir, esta recesión para como vamos probablemente sea un recordatorio cruel de que este gobierno no aprende, no escucha, no actúa, seguirá endeudándonos, seguirá mintiendo, seguirá traicionando al pueblo que juró proteger.

Pero, mexicanos, no somos un pueblo que se rinde, somos los que nos levantamos después de cada golpe, los que hacemos milagros con un peso, los que nos tendemos la mano, a los dueños de pequeños negocios, les digo: su resistencia es el latido de México, a todos, les pido que apoyemos lo nuestro: compremos en la miscelánea, en el mercado, en el puesto de la esquina, cada peso que gastamos es un acto de rebeldía contra esta crisis que está por comenzar y al gobierno, le exigimos: dejen de negar la realidad, acepten los números del Banco Mundial, del FMI, de los analistas que no mienten, den las devoluciones del SAT a quienes las merecen, bajen los costos de la formalidad, apoyen a las pequeñas empresas, inviertan en un futuro donde el trabajo honesto alcance para vivir.

No queremos más deudas que hipotequen a nuestros hijos, no queremos más discursos que nos tomen por tontos, queremos un México donde el jitomate, la leche, el frijol no sean un lujo; donde los negocios no cierren por falta de apoyo; donde el SAT no sea un ladrón con charola, somos más fuertes que esta recesión, pero merecemos un gobierno que camine con nosotros, no uno que nos dé la espalda mientras canta las glorias de sus “otros datos”, la “economía del bienestar” no nos va a salvar; nos está hundiendo y ya es hora de que la Presidencia lo entienda.

Fuentes:

  • Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)
  • Banco Mundial (World Bank)
  • Fondo Monetario Internacional (International Monetary Fund)
  • Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP)
  • Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)
  • Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC)
  • Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM)
  • Central de Abasto de la Ciudad de México
  • El Economista
  • Bloomberg Línea
  • El Financiero
  • ADN40
  • Grupo Consultor de Mercados Agrícolas