¡Basta de clientelismo! México merece dignidad, no migajas!
Con el corazón en llamas por el amor a mi país y la furia de ver cómo se pisotea la dignidad de los más necesitados, me planto con todo contra el clientelismo que envenena los programas sociales, desde las épocas de Luis Echeverría y José López Portillo hasta los cínicos “alimentos del bienestar” que hoy reparte Morena. ¡Un gobierno no está para arrojar despensas como si fuera un patrón magnánimo! Un gobierno está para encender la chispa que saque al pobre de la miseria, para que pueda comprar la comida que desee con el sudor de su frente, con orgullo, con libertad, pero en México, ayer y hoy, vemos una maquinaria vil que usa el hambre como moneda electoral, comprando votos y lealtades con bolsas de frijol y promesas vacías, ¡Esto no es ayuda, es una traición al pueblo que clama justicia! Y lo peor: ningún partido, ni PRI, ni Morena, ni los que se dicen oposición, se compromete a dar el salto hacia la verdadera libertad, solo piensan en sus prebendas, en su poder, en perpetuarse a costa de la necesidad de los mexicanos.
En los años (1970-1976), el PRI se jactaba de su “desarrollo compartido”, pero lo único que compartía era dependencia, las tiendas CONASUPO, que vendían maíz, aceite y azúcar a precios subsidiados, eran un arma clientelar, las despensas no llegaban a todos; se entregaban en comunidades leales al partido, a manos de operadores que exigían votos o asistencia a mítines, repartió tierras ejidales, pero muchas acabaron en manos de caciques priistas, mientras los campesinos seguían hundidos en la pobreza, el FONACOT, que ofrecía créditos a trabajadores, se usaba para premiar a los fieles al régimen, todo era una farsa: la “justicia social” no era más que un disfraz para mantener el control político, un juego de poder donde la libertad del pueblo nunca fue la meta.
De (1976-1982), el clientelismo se infló con el espejismo del boom petrolero, las tiendas CONASUPO y CONASÚPER se multiplicaron, pero las despensas se entregaban en actos políticos, marcadas con el sello del PRI, como si fueran un regalo personal del presidente, el Sistema Alimentario Mexicano (SAM), que prometía autosuficiencia alimentaria, enriqueció a intermediarios y líderes corruptos mientras los pequeños productores se ahogaban, TABAMEX, creado para apoyar a los productores de tabaco, se convirtió en un pozo de corrupción donde los recursos se desviaban a las élites priistas, la riqueza petrolera, que pudo haber transformado al país, se dilapidó en prebendas y proyectos fallidos, dejando una deuda externa que aún nos duele, el PRI no buscaba liberar al pueblo; solo quería eternizarse en el poder.
Hoy, Morena repite el mismo guion, pero con un nuevo maquillaje, los “alimentos del bienestar”, junto con las pensiones para adultos mayores y las becas “Benito Juárez”, se venden como la gran redención, pero apestan a clientelismo, despensas que se entregan en eventos masivos, con los colores guinda estampados en cada paquete, los “Servidores de la Nación”, los operadores de Morena, recorren comunidades anotando a beneficiarios, pero no es secreto que priorizan a los simpatizantes o que sugieren que los apoyos dependen de la lealtad al partido, en tiempos electorales, las redes sociales se inundan de videos donde se presume la entrega de víveres, como si fuera un trofeo de campaña, los padrones de programas sociales son opacos y las auditorías, inexistentes, dejando un campo fértil para la manipulación, si Echeverría y López Portillo usaban CONASUPO y el SAM para comprar votos, Morena usa sus “programas de bienestar” para llenar urnas, perpetuando la misma lógica de control ¿Y la libertad? para Morena, como para el PRI, es solo una palabra bonita que no cabe en sus planes de dominio.
Y no nos engañemos: los demás partidos, los que se dicen oposición, no son diferentes, PAN, PRD, MC, todos han jugado el mismo juego cuando han tenido la oportunidad, prometen el cambio, pero sus acciones los delatan: también reparten prebendas, también buscan su tajada de poder, también olvidan que el verdadero propósito de un gobierno es empoderar al pueblo, no mantenerlo atado a sus favores, ninguno se atreve a romper el ciclo, a apostar por un México donde la pobreza no sea un negocio electoral, todos sin excepción, se regodean en la misma lógica mezquina: el poder por el poder, las prebendas por encima de la libertad.
Este clientelismo no solo roba recursos, ¡roba almas!, cada bolsa de arroz, cada apoyo condicionado, es una bofetada que nos recuerda que estos gobiernos, pasados y presentes, prefieren ver a los mexicanos mendigando a dar las herramientas para volar, cuando un mexicano tiene que marchar en un mitin, aplaudir a un candidato o prometer su voto para recibir una despensa, se le arranca su libertad, se le dice: “Tu hambre es mi poder”. ¡Eso es un ultraje! Ya sea con las despensas de CONASUPO en los setenta o con los “alimentos del bienestar” de Morena hoy, el mensaje es el mismo: tu dignidad vale menos que un kilo de frijol o un chocolate, este sistema destruye la democracia, convierte el voto en una transacción y al gobierno en un cacique que reparte favores a cambio de obediencia.
¿Dónde están las escuelas que forjen mentes brillantes? ¿Dónde las carreteras que unan nuestros campos a los mercados? ¿Dónde los créditos justos para que el campesino, el artesano, el emprendedor levanten su futuro sin vender su alma? en lugar de eso, dan paliativos que calman el hambre un día, atan a un ciclo de sumisión eterna, mientras el campo mexicano se desangra, mientras importamos el maíz que deberíamos cosechar, los políticos se jactan de su “solidaridad”, ¡Mentira!, son cómplices de una pobreza que les conviene mantener, porque un pueblo dependiente es un pueblo que se controla.
¡Ya basta! México no puede seguir atrapado en el mismo juego clientelar, sea con el PRI de Echeverría y López Portillo, con el Morena de ahora o con cualquier partido que solo busque su tajada de poder, necesitamos un gobierno con agallas, que no se conforme con migajas, que construya escuelas donde nazcan sueños, que abra caminos para que el trabajo rinda frutos, que dé alas a los que quieren volar, la verdadera justicia no está en una despensa que se acaba en una semana, sino en un país donde cada mexicano pueda llenar su mesa con el sudor de su frente, sin deberle nada a nadie, la dignidad no se mendiga, ¡se conquista! México, mi México, merece un futuro donde nadie tenga que vender su voto para comer, donde ningún partido se atreva a jugar con nuestra hambre.
¡Despertemos y exijamos lo que es nuestro por derecho: un país libre, próspero y digno!