Aprovechemos la oportunidad

En un mundo donde la sombra del narcotráfico se cierne sobre nuestras naciones, debemos elevar nuestras voces en un clamor unificado y contundente, la complejidad de este fenómeno trasciende no solo las fronteras geográficas, sino que también amenaza los cimientos de nuestras sociedades y de nuestros valores fundamentales, amedida que la violencia desenfrenada de los cárteles se propaga, es imperativo que entendamos la magnitud del desafío que enfrentamos. ¡No puede haber más complacencia!

Este es el momento de hacerle frente a esta irracional guerra fratricida; es el instante de declarar a los cárteles de la droga, tanto mexicanos como estadounidenses, como organizaciones terroristas, los cárteles, con su indomable ambición y su impía organización, han sembrado el terror en nuestras comunidades, creando un ciclo vicioso de violencia que, en su núcleo, no es simplemente un delito, sino una guerra abierta contra la moral y la humanidad, grupos utilizan el terror como herramienta, no solo para controlar territorios, sino también para deslegitimar nuestro tejido social, la muerte de inocentes, la corrupción de instituciones y el sometimiento de comunidades enteras son el resultado directo de su despiadado accionar.

Cada disparo, cada acto de violencia, es un grito de guerra en un conflicto cuyo costo se mide en vidas perdidas, sueños truncados y esperanzas aplastadas.

Es hora de mirar hacia el norte y reconocer que la lucha contra el narcotráfico es una batalla común que une a México y Estados Unidos en una lucha vital por el futuro, la noción de que la crisis de los cárteles es únicamente un problema mexicano es un mito peligroso, la crisis de opioides, los crímenes violentos y la descomposición social están igualmente presentes en la sociedad estadounidense, creando una interdependencia que no podemos ignorar, epidemia que no respeta límites; un enemigo que debemos enfrentar juntos.

Proclamar a los cárteles como organizaciones terroristas no es solo una declaración política, sino un acto de valentía y claridad moral, este paso audaz significaría reconocer la verdadera naturaleza de estas organizaciones como el enemigo común que son, al designarlos como terroristas, no solo despojamos a estos grupos de su legitimidad, sino que también cimentamos el camino para una colaboración más intensa entre nuestros gobiernos, nuestras fuerzas de seguridad y nuestras comunidades.

Podemos imaginar un futuro donde nuestros pueblos, libres de miedo y violencia, se reencuentren en la paz, la cual solo se logrará mediante la unión y la cooperación.

Piensen por un momento en la fuerza que poseemos si trabajamos codo a codo, desarrollando estrategias conjuntas para desmantelar las redes de narcotráfico, drenando su financiación y poniendo fin a su reinado de terror, las herramientas son múltiples: desde el intercambio de inteligencia, hasta políticas reforzadas de legalización que eliminen el espacio en blanco donde florecen los cárteles.

Los tiempos de la inacción, de mirar hacia otro lado, han quedado atrás, líderes de ambas naciones deben recordar que su responsabilidad es hacia sus ciudadanos y a la historia que escribiremos juntos. La historia que se cuenta en nuestras calles no puede seguir dictada por la violencia y la opresión de grupos que se erigen como poderes paralelos, es momento de que nuestras acciones reflejen la urgencia de las circunstancias: cada decisión cuenta, cada esfuerzo se suma y cada vida salvada es un testimonio de nuestra determinación.

Hago un llamado ferviente a todos los sectores de nuestra sociedad: a los líderes políticos, a los medios de comunicación, a las fuerzas de seguridad y sobre todo, a los ciudadanos, debemos unirnos en un clamor por la justicia, la paz y la seguridad.

No nos dejemos vencer por el miedo, movilicémonos en una sola dirección: hacia un futuro donde los cárteles no tengan terreno en el que sembrar su desesperanza y su terror.

La historia nos observa, el futuro de nuestras naciones está en juego, tenemos que ser valientes y audaces, proclamar nuestra posición y actuar en consecuencia.

La batalla es dura, pero nuestra determinación es más fuerte, unidos con valor, con espíritu y con una visión compartida, podemos eliminar este cáncer de nuestras sociedades. ¡Unámonos, elevemos irrefutablemente nuestra voz y luchemos contra el terrorismo del narcotráfico por el bien de todos!

Es nuestra hora de brillar en la lucha por la justicia, por la paz, por un mundo libre de la tiranía de los cárteles, juntos seremos invencibles.


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