En la actual y compleja configuración social y política de México, hemos sido testigos de un fenómeno notable que ha tomado una fuerza inesperada: el intenso enfrentamiento entre dos tendencias ideológicas que han sido denominadas de manera coloquial como «fachos» y «chairos». Esta dicotomía, que a menudo se exacerba en los diversos círculos sociales, así como en las cada vez más influyentes plataformas digitales, no solo refleja la polarización creciente del país, sino que, además, se ha convertido en una herramienta política estratégica utilizada por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para solidificar su poder, mantener su estatus en el poder y marcar una notable distancia de sus opositores ideológicos.
Orígenes de la División
La categorización de «fachos», en términos generales, se refiere a aquellos individuos que adoptan una postura conservadora. Estos defensores de valores tradicionales, el neoliberalismo y, con frecuencia, una visión favorable sobre las instituciones preexistentes a lo largo de la historia política del país, han sido objeto de múltiples críticas. En contraposición, «chairos» describe a aquellos que se identifican con un discurso progresista, que no solo aboga por cambios sociales significativos, sino que también lucha por la justicia económica y los derechos humanos, percepciones que están intrínsecamente ligadas al proyecto político de López Obrador.
En días recientes, este encono ha evolucionado, transformándose de una mera y superficial diferencia de opiniones en una feroz lucha ideológica cargada de hostilidad y agresividad. Este conflicto ha permeado todos los rincones de la vida pública, desde las interacciones cotidianas en redes sociales hasta las discusiones más fervientes en el ámbito político formal. Los términos «facho» y «chairo» se han convertido en etiquetas que no solo identifican a los individuos, sino que además han sido utilizados para deslegitimar sus opiniones y, en muchos casos, socavar su humanidad.
Estrategias de AMLO
El presidente López Obrador ha demostrado ser un hábil manipulador de esta polarización, aprovechando la situación a su favor y creando un discurso que divide aún más a la sociedad. Algunas de las estrategias más destacadas que ha utilizado incluyen:
1. Identificación Clarísima de Enemigos: AMLO ha delineado de forma muy nítida a los «conservadores» o «fachos» como los principales antagonistas de su administración. Al crear un clima de confrontación que apela directamente a la base de sus seguidores, ha logrado cohesionarlos en torno a una causa, haciendo que sus partidarios perciban en él a un defensor de sus valores y un baluarte frente a la supuesta amenaza conservadora.
2. Uso de Medios Alternativos: La administración ha promovido un uso intensivo y consciente de medios de comunicación que se alinean con su narrativa ideológica, frecuentemente descalificando a los medios tradicionales que critican su gestión. Este control mediático no solo contribuye a afianzar la división, sino que también presenta las opiniones y puntos de vista «chairos» como los únicos correctos y válidos en el debate público.
3. Politización de la Historia: López Obrador ha llevado a cabo una reinterpretación de acontecimientos históricos y figuras del pasado para reforzar su narrativa política. Al hacerlo, se ha posicionado hábilmente como el líder de una lucha continua contra el neoliberalismo y la corrupción, presentándose como el héroe de su propia historia política.
4. Construcción de Mitos Culturales: En su discurso, AMLO ha fomentado una percepción de que los «fachos» representan el legado de un pasado corrupto y autoritario, mientras que los «chairos» son vistos como los auténticos portadores de un futuro liberador y justo. Este mito cultural, alimentado por la retórica del presidente, profundiza la enemistad y la división entre las distintas facciones ideológicas.
Beneficios de la Polarización
López Obrador ha hallado múltiples beneficios al crear y alimentar esta profunda división ideológica entre la sociedad:
1. Consolidación del Poder: Al fragmentar a la sociedad en bloques ideológicos, AMLO ha conseguido fortalecer su base de apoyo y minimizar la oposición. La polarización le permite mantener una narrativa de lucha y resistencia que lo populariza constantemente, alimentando su imagen de líder frente a los adversarios ideológicos.
2. Desviación de la Atención: La confrontación perpetua entre «fachos» y «chairos» actúa como una distracción efectiva de los problemas más críticos que enfrenta el país, tales como la inseguridad, la economía en declive y la corrupción que ha emergido dentro de su propia administración. Al centrar el debate en la ideología, desvirtúa las críticas sobre su gestión, desatando una especie de «cortina de humo» que desvía la mirada pública.
3. Fortalecimiento de su Movimiento: Esta polarización activa la participación de sus seguidores, quienes se sienten motivados y movilizados por la «lucha» contra los «fachos», lo que cohesiona su movimiento. En este contexto, legitima su gobierno como un baluarte frente a la supuesta amenaza conservadora, brindándoles un sentido de propósito en el proceso.
4. Apoyo Electoral Aumentado: En un escenario de marcada dicotomía, es mucho más probable que sus seguidores acudan a las urnas y se movilicen para defender su ideología, lo que se traduce en un apoyo sólido en futuras elecciones. Esta movilización ferviente puede asegurar la continuidad de su administración en el tiempo.
La confrontación entre «fachos» y «chairos» en México no representa simplemente una esencia de diferencias de opiniones; es, más bien, un reflejo de una manipulación política orquestada por el propio presidente López Obrador. A través de esta divisoria, AMLO ha logrado consolidar su poder, desviar la atención de problemas críticos y movilizar a sus bases de apoyo de manera efectiva. Mientras el país continúa sumido en esta turbulencia ideológica, resulta esencial reflexionar sobre cómo esta polarización afecta no solamente la cohesión social, sino también el camino hacia una democracia realmente inclusiva y representativa. Al final del día, las divisiones que hoy existen en la opinión pública podrían definir, y de hecho lo están haciendo, el rumbo de México en los años venideros, dejando una huella en su historia política que será difícil de borrar.