Este ideal de proveer todas nuestras necesidades dentro de nuestras propias fronteras puede sonar atractivo en un primer vistazo, evocando un sentimiento de independencia y control sobre nuestros recursos, esta búsqueda puede convertirse en un espejismo peligroso, una trampa que no solo amenaza nuestro desarrollo económico, sino que también limita nuestra capacidad para enfrentarnos a los desafíos de un mundo interconectado.
Contexto Históricamente Nacionalista
Históricamente, México ha recorrido un camino marcado por políticas que han promovido la autosuficiencia, sobre todo en las décadas de 1960 y 1970, durante este tiempo, el gobierno adoptó una visión nacionalista que enfatizaba la sustitución de importaciones y el control estatal sobre diversas industrias, claro ejemplo de este enfoque fue la nacionalización de la industria petrolera en 1938, que se convirtió en un símbolo del orgullo nacional, pero que lentamente dio paso a una cultura de dependencia del estado en lugar de fomentar un entorno competitivo y eficiente.
La Centralización de la Economía
Uno de los pilares de esta visión ha sido la nacionalización y estatización de distintas industrias, el intento reciente de revivir la aerolínea Mexicana, se basa en la premisa de que una participación del estado aseguraría el acceso equitativo y un mejor servicio, sin embargo, esta participación ha conducido a ineficiencias y a la falta de innovación en la empresa, el gobierno, en su rol de empresario, ha demostrado ser ineficaz; a menudo se traduce en un manejo deficiente que no sabe generar utilidades y que termina por afectar a los consumidores con un mal servicio y precios altos, el caso de Mexicana es emblemático; después de años de intervención estatal que buscaba mantenerla a flote, la aerolínea finalmente se declaró en quiebra, dejando en evidencia cómo los esfuerzos por mantener el control gubernamental sobre los sectores estratégicos no siempre obtienen los resultados deseados, ahora la revive el propio estado.
El Caso de Pemex: Un Barril Sin Fondo
Adicionalmente, Petróleos Mexicanos (Pemex), que alguna vez fue considerado un bastión de la independencia energética del país y un símbolo de orgullo nacional, se ha convertido en un verdadero «barril sin fondo», empresa que jugó un papel central en la economía mexicana durante décadas, ha llegado a enfrentar serias dificultades financieras que la han llevado a una situación de quiebra, cada año, se le asignan miles de millones de pesos en subsidios y rescates para mantenerla en funcionamiento, este flujo constante de recursos no solo representa una carga significativa para el erario público, sino que también quita la oportunidad de destinar esos mismos fondos a áreas críticas que podrían impulsar el desarrollo nacional, como la educación, la infraestructura o la atención a la salud.
La carencia de rentabilidad y de una estrategia clara en Pemex ha llevado a que el destino de miles de empleos y la estabilidad de un amplio sector económico se encuentren en la balanza, subordinados a una estructura que lejos de ser sostenible, parece dependiente de una continua inyección de capital público, situación que muestra cómo la idealización de la empresa estatal puede tornarse en una noción peligrosa, donde el orgullo nacional se mezcla con la incertidumbre económica.
La Falta de Eficiencia en el Transporte Público
Además, la intervención gubernamental en el sector del transporte público, específicamente en el control gubernamental de los ferrocarriles de pasajeros, ilustra más la misma tendencia, las intenciones eran buenas: proporcionar un servicio nacional accesible y de calidad, lo que hemos visto en la práctica son servicios deficientes que no han podido satisfacer las necesidades de movilidad de los ciudadanos, es más, es inexistente la infraestructura ferroviaria lo que demuestra que un manejo centralizado no siempre resulta en una mejora del servicio, en lugar de crear un entorno de competencia donde distintas empresas puedan ofrecer mejores servicios, el control estatal limita la innovación y la adaptación a las demandas del mercado, se invierten recursos en proyectos ferroviarios sin sentido y ahora se pretenden abrir rutas que no generarán traslados productivos de materias primas y productos, los ferrocarriles deben interconectar puertos y plazas de producción, México no es un país en el que los ciudadanos puedan trasladarse por vía férrea, eso quedó en el pasado, los trenes de pasajeros no son rentables y la intervención del gobierno en ellos no resuelve ningún problema.
La Cuestión Energética y Proyectos Fallidos
La situación en el sector energético es igualmente alarmante, la obsesión del gobierno por garantizar la autosuficiencia energética ha llevado a la construcción de una nueva refinería en Dos Bocas, que hasta la fecha no ha sido capaz de refinar nada, proyecto presentado como una solución para restaurar la soberanía energética del país, ha acumulado críticas por sobrecostos y retrasos que han evidenciado la falta de planificación y de capacidad técnica del estado para ejecutar obras de esta magnitud.
La falta de resultados tangibles de esta refinería es un claro ejemplo de cómo el gobierno, al actuar como empresario, no logra cumplir con las expectativas y en su lugar, provoca un desperdicio de recursos que podría haberse utilizado para fomentar la innovación y el crecimiento en el sector energético, en un mundo donde la transición hacia energías más limpias y sostenibles es una prioridad global, la respuesta del gobierno mexicano ha sido orientada a reforzar su infraestructura de combustibles fósiles sin considerar adecuadamente los retos y oportunidades que los nuevos paradigmas energéticos representan.
La Peligrosa Dependencia de Subsidios
Adicionalmente, toda intervención directa del estado en la producción y control de bienes y servicios termina generando subsidios que afectan directamente a la economía, estos a menudo justificados como una medida para proteger a los consumidores o sectores específicos, desvían recursos públicos que deberían ser utilizados para otros fines más urgentes, la dependencia de subsidios perpetúa la ineficiencia, alienta prácticas poco sostenibles e inhibe la competencia, limita la capacidad de innovación y desarrollo no solo en el sector afectado, sino en toda la economía.
Los recursos que se destinan a mantener empresas estatales en funcionamiento podrían ser mucho más útiles en inversiones en infraestructura, en programas sociales que realmente beneficien a la población o en la promoción del desarrollo tecnológico, en este sentido, el subsidio se vuelve una solución a corto plazo que oculta problemas estructurales más profundos y que eventualmente llevarán a crisis más severas a largo plazo.
La Estatización y sus Consecuencias en el Sistema Financiero
La historia también nos muestra que la estatización de los bancos en el pasado fue otra de las medidas que ejemplificó el fracaso de la visión autosuficiente, en lugar de promover un sistema financiero competitivo y saludable, la nacionalización de la banca condujo a una gestión ineficaz, en la que el gobierno dictaba el acceso al crédito, política que limitó las oportunidades para emprendedores y empresas, fomentando la corrupción y el uso inadecuado de recursos, dando como resultado un sistema bancario caracterizado por su baja competitividad, donde los ciudadanos solo tenían unas pocas opciones, ninguna de las cuales era realmente satisfactoria.
Este tipo de gestión estatal demuestra cómo la falta de competencia no solo repercute en la calidad de los bienes y servicios, sino también en la capacidad de una economía para crecer y adaptarse a los cambios globales, ahora el propio gobierno crea un banco que solo es dispersador de recursos de programas sociales.
La Innovación y el Desarrollo Agrícola
La negativa del gobierno mexicano a aceptar la resolución de un panel sobre el maíz transgénico pone de manifiesto el potencial de conflicto que puede surgir dentro de este marco, a pesar de las evidencias científicas que respaldan el uso de maíz transgénico como una herramienta para aumentar la producción y mejorar la seguridad alimentaria, el gobierno insiste en prohibiciones que reflejan un enfoque nacionalista que ignora tanto el progreso científico como las necesidades reales de nuestros agricultores y consumidores.
Este deseo de fortalecer la prohibición del maíz transgénico y elevarlo a rango constitucional representa no solo un paso atrás en cuanto a la innovación agrícola, sino que también puede tener repercusiones negativas en nuestra relación con los socios comerciales que esperan que México respete las normas basadas en la evidencia, ciencia y no en ocurrencias nacionalistas trasnochadas, la falta de flexibilidad en este ámbito limita el acceso a tecnologías que podrían mejorar la productividad agrícola y por ende, la seguridad alimentaria nacional.
La Planta Automotriz y el Desafío de la Competitividad
Más recientemente, hemos sido testigos de planes para crear una planta automotriz gubernamental destinada a fabricar automóviles nacionales eléctricos, aunque la idea de producir vehículos en el país puede parecer positiva, representa una clara manifestación de un gobierno que se adentra en un terreno que debería ser guiado por las dinámicas del mercado, este tipo de intervención, replicando el modelo de la antigua URSS, es peligroso porque promueve una filosofía que refuerza el control estatal sobre la economía.
La producción de automóviles es un sector altamente competitivo y tecnológicamente avanzado que requiere flexibilidad, innovación y adaptación, cualidades que son muy difíciles de lograr bajo un manejo rígido y centralizado, la industria automotriz es un ejemplo de cómo el impulso de la competencia y la inversión privada han permitido a México convertirse en un actor importante en las cadenas de suministro globales, la creación de una planta estatal puede desvirtuar esa ventaja competitiva, alineándola más con las necesidades políticas que con las exigencias del mercado.
Un Camino Irreal y Peligroso
Todo esto se inserta en un contexto más amplio de cómo la obsesión por la autosuficiencia y el control estatal han degenerado en crisis recurrentes en la economía mexicana, los errores cometidos en el pasado, como la falta de apertura al mercado, la creación de monopolios estatales y la regulación excesiva, han creado un entorno donde la calidad de los productos y servicios ha disminuido y las oportunidades para los ciudadanos se han visto restringidas.
La actualidad del país se ubica en una encrucijada crítica ya que la búsqueda de un modelo económico autosuficiente continúa, incluso cuando la historia nos ha advertido de las consecuencias, hoy enfrentamos una situación similar, las propuestas actuales del gobierno para fomentar la autosuficiencia en sectores como la agricultura y la energía pueden parecer un intento legítimo de recuperar el control, pero debemos ser conscientes de las implicaciones que esto conlleva.
La insistencia en fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad, Petroleos Mexicanos y la limitación de la inversión privada en energías renovables están llevándonos hacia un camino que nos podría dejar atados a un modelo obsoleto, sin la flexibilidad necesaria para responder a un mundo en constante cambio, la modernización de nuestra infraestructura energética se ve comprometida, afectando no solo nuestra competitividad, sino también nuestro compromiso con las energías renovables y la sostenibilidad.
Un Enfoque Más Equilibrado
Lo que necesitamos es un enfoque más equilibrado que combine la producción local con la integración al mercado global, no se trata de renunciar a nuestra identidad o a nuestros recursos; sino de maximizar nuestras capacidades mientras nos integramos a los flujos económicos actuales, la mejor manera de ir hacia adelante es aprender de las lecciones de otras naciones que han prosperado en un entorno de globalización, donde la innovación, la cooperación y la adaptabilidad son fundamentales.
Es fundamental que aprendamos de los fracasos del pasado y que reconozcamos que el enfoque actual de autosuficiencia, con su fuerte componente socialista, no ha dado y no dará resultados positivos, necesitamos un cambio radical en nuestra perspectiva económica, uno que fomente la competitividad, la inversión en tecnología y sobre todo, que valore y promueva la colaboración internacional, esto implica un compromiso serio con la educación y la capacitación para empoderar a nuestra gente y prepararla para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
La Importancia de la Cooperación Internacional
Además, debemos reconocer que la cooperación y el diálogo son herramientas valiosas en un mundo interconectado, fomentar alianzas estratégicas no solo beneficiará nuestra economía, sino que también permitirá abordar problemas globales y la seguridad alimentaria, la competencia internacional puede ser una fuerza propulsora de innovación, haciendo que las empresas mexicanas busquen constantemente la mejora y la calidad de sus productos y servicios.
Hacia un Futuro Interconectado
La búsqueda de la autosuficiencia en México, en su forma más extrema, es un camino irreal y peligroso que debemos evitar, al cerrar las puertas a la competencia y al intercambio internacional, corremos el riesgo de caer nuevamente en los errores del pasado, enfrentando un estancamiento similar al que vivimos en décadas anteriores.
El futuro de México no debe residir en la ilusión de la autosuficiencia, sino en el reconocimiento de nuestras interconexiones y en la capacidad de colaborar y competir con otras naciones, solo así podremos construir un futuro donde nuestros ciudadanos tengan acceso a productos de calidad, donde la innovación y el desarrollo económico se alineen y donde, finalmente, podamos prosperar en un mundo que es tanto un desafío como una oportunidad.
La clave estará en aprender a navegar entre nuestras propias necesidades de desarrollo y las exigencias de un mundo cada vez más globalizado, utilizando nuestras ventajas competitivas para participar activamente en el comercio y la cooperación internacional, la autosuficiencia ideal puede ser un valor en términos de soberanía, pero el verdadero éxito reside en ser un país que sepa adaptarse, innovar y prosperar dentro del contexto global y esto no se logra con un gobierno que intervenga en toda la economía, por el contrario el gobierno debe ser rector con una presencia mínima, un gobierno reducido permite libertad, un gobierno engrandecido aplasta la creatividad y el progreso.