El pasaje del Evangelio de hoy según San Marcos, nos presenta la impactante historia de Bartimeo, un ciego que, cuando se entera de que Jesús está cerca, no duda en clamar con todas sus fuerzas por ayuda. Este relato, aunque proviene de un tiempo muy lejano, encierra lecciones contundentes y críticas que son especialmente relevantes para nosotros los conservadores en México hoy en día.
Es esencial destacar el reconocimiento de la necesidad que muestra Bartimeo, un hombre que a pesar de estar ciego y enfrentar la desaprobación de quienes lo rodeaban, se atreve a identificar su condición y elevar su voz, en el mundo político y social que enfrentamos, nosotros, como conservadores, debemos reconocer nuestras limitaciones y las problemáticas que afectan a nuestra sociedad.
Es urgente que no nos quedemos callados, que no permitamos que el desánimo y la crítica nos paralicen. La valentía de Bartimeo nos urge a elevar nuestra voz y exigir un cambio; no podemos seguir en silencio mientras los problemas persisten.
La fe desempeña un papel crucial en esta historia. Bartimeo, frente a la multitud que intenta acallarlo, grita aún más fuerte. Esto debe resonar en nuestros corazones: ser firmes en nuestras convicciones no es opcional; es un mandato. Nuestra fe en los valores que defendemos es nuestra fortaleza en momentos de adversidad. Debemos ser valientes y persistentes, incluso cuando otros intentan deslegitimar o ignorar nuestros ideales. Esta convicción es lo que nos sostiene y debe guiarnos a actuar con decisión.
La atención que Jesús le otorga a Bartimeo, este acto de empatía es un claro recordatorio de que no podemos perder de vista a los marginados y vulnerables de nuestra sociedad. Como conservadores, es inaceptable que aquellos que enfrentan dificultades sean olvidados en nuestras políticas debemos trabajar para incluir a todos, sin excepción, en nuestras propuestas, este compromiso de equidad y sensibilidad hacia las necesidades de los demás no es negociable si realmente aspiramos a ser un movimiento que busque el bienestar de todos.
La transformación que experimenta Bartimeo al ser sanado es igualmente significativa, ya que no solo recupera su vista, sino que decide de inmediato seguir a Jesús, lo cual es un grito de acción; debemos entender que una vez que superamos adversidades, es nuestra responsabilidad comprometernos con un nuevo camino que no debe ser pasivo; debemos ser agentes activos de cambio, impulsando iniciativas que reflejen nuestros valores y que realmente busquen un futuro mejor, siguiendo nuestro camino con determinación es esencial.
Así, el momento en el que Jesús le pregunta a Bartimeo qué quiere que haga por él refleja una verdad ineludible: la claridad en nuestras aspiraciones es fundamental, para nosotros, como conservadores, esto implica un deber claro: definir con precisión nuestros objetivos, nuestras metas, nuestra visión, y comprometer nuestras acciones a alcanzarlas, no podemos ser meros espectadores; debemos convertirnos en protagonistas activos de la transformación que deseamos ver en nuestro país.
La historia de Bartimeo no solo es un relato de sanación; es un mensaje contundente que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia realidad, instándonos a reconocer nuestras necesidades, a defender nuestras creencias con firmeza, a ser inclusivos y a actuar con propósito en la búsqueda de un bienestar común, es un llamado inquebrantable a no olvidar a los más vulnerables, a luchar por ellos, y a seguir adelante con fuerza y determinación en el camino que hemos elegido. ¡Es hora de tomar acción!