Un conservadurismo mexicano para nuestro tiempo
Como mexicano que ama su historia y su fe, miro al pasado con respeto, pero también con la convicción de que nuestro futuro debe construirse con justicia, unidad y raíces firmes, figuras como Agustín de Iturbide, Anastasio Bustamante, Manuel Gómez Pedraza, Lucas Alamán, Clemente de Jesús Munguía, Ignacio Comonfort, Félix Zuloaga, Leonardo Márquez, Tomás Mejía, Miguel Miramón, Porfirio Díaz y José Yves Limantour nos dejaron lecciones profundas, pero también errores que no podemos repetir, sus vidas, ordenadas por el tiempo, nos guían para imaginar un conservadurismo mexicano que hable al México de 2025, un país herido por la polarización, la desigualdad y la inseguridad, pero lleno de esperanza y posibilidades.
Iturbide, soñó con un México unido bajo la fe católica, juntando criollos, mestizos e indígenas en el Plan de Iguala, su visión de unidad sigue siendo un faro, pero su monarquía autoritaria nos enseña que la cohesión no puede imponerse sin el pueblo, Anastasio Bustamante, de la misma generación, trajo orden en un México caótico, pero su mano dura nos recuerda que la estabilidad sin participación es frágil, Manuel Gómez Pedraza, con su breve presidencia en 1832, intentó un conservadurismo moderado, dialogando con el cambio, pero su falta de arraigo popular nos dice que las ideas necesitan raíces profundas en la gente.
Lucas Alamán, con su mente brillante, defendió nuestra herencia hispánica y apostó por la industria y la educación, su legado nos inspira a construir un México culto y próspero, pero su elitismo nos advierte que el progreso debe incluir a todos, Clemente de Jesús Munguía, obispo y pensador, nos mostró que la fe católica puede guiar la moral de una nación, pero su rechazo al laicismo nos pide aprender a dialogar en un México plural, Ignacio Comonfort, con su evolución desde el conservadurismo al liberalismo moderado, nos enseña que adaptarse no es traicionar, sino buscar el bien común, aunque su ambigüedad nos recuerda la importancia de la claridad en los principios y valores que no son negociables.
Félix Zuloaga, en la Guerra de Reforma, defendió la tradición y la Iglesia, pero su rigidez nos dice que el conservadurismo debe ser flexible para unir, Leonardo Márquez, el “Tigre de Tacubaya”, mostró lealtad a la causa, pero su brutalidad nos advierte que el orden no puede sacrificarse la humanidad, Tomás Mejía, indígena otomí, luchó por la fe y la tradición, recordándonos que los pueblos originarios deben estar en el corazón de nuestro proyecto, no en los márgenes, Miguel Miramón, joven y valiente, defendió la Iglesia con pasión, pero su derrota nos urge a construir un conservadurismo que dialogue, no que divida y que no ponga nada antes que la patria.
Porfirio Díaz, con su largo régimen, trajo estabilidad y modernización, con ferrocarriles y ciudades que aún admiramos, pero las desigualdades que dejó nos gritan que el progreso debe ser para todos, no para unos pocos y demostró que la democracia aunque perfectible no puede ser excusa para esconder una dictadura, José Yves Limantour, su ministro, estabilizó la economía con mano experta, pero su enfoque elitista nos enseña que la eficiencia sin justicia alimenta el descontento y va en contra de la dignidad de las personas.
Hoy, en 2025, sueño con un conservadurismo mexicano que ponga a la persona en el centro, quiero un México donde cada familia tenga apoyo para educar a sus hijos en valores, donde el trabajo sea digno y la salud esté al alcance de todos, no anhelo los gobiernos autoritarios de Díaz o Bustamante, sino comunidades fuertes, con municipios, asociaciones y familias que tomen las riendas de su destino, nuestra fe católica, que inspiró a Iturbide, Munguía, Miramón y Mejía, debe ser un faro, pero no una imposición: debe unirnos en un país diverso, dialogando con quienes piensan distinto, como intentaron Gómez Pedraza y Comonfort.
Propongo un México donde la economía combine la libertad de emprender con la responsabilidad de cuidar a los más necesitados, inspirados en Alamán y Limantour, pero con el alma inclusiva que les faltó, un México que proteja su tierra, sus bosques y ríos, porque son herencia de nuestros hijos, un México que combata la corrupción con líderes éticos, evitando los excesos de Márquez y que empodere a los indígenas, como Mejía, para que sean protagonistas, no víctimas.
Este conservadurismo no es y jamás será nostalgia por un pasado idealizado, sino un puente entre nuestras raíces y nuestro futuro, si, honra a Iturbide, Bustamante, Gómez Pedraza, Alamán, Munguía, Comonfort, Zuloaga, Márquez, Mejía, Miramón, Díaz y Limantour, pero aprende de sus errores, en un México dividido, inseguro y desigual, podemos construir un país justo, unido y fiel a su esencia, donde la dignidad de cada persona, la solidaridad con los humildes y la fuerza de nuestras comunidades sean la guía, es el México que quiero y por el que te propongo trabajar juntos.