Mi Opinión Conservadora

¡Bienvenido a Mi Opinión Conservadora! Un espacio donde tus ideas y valores tienen voz, encontrarás análisis profundos, artículos reflexivos y un enfoque único sobre temas actuales desde una perspectiva conservadora, con un compromiso inquebrantable con la verdad y el diálogo, te invito a explorar y enriquecer tus conocimientos.

No se trata solo de toros

¡Ah, la Ciudad de México! Ese maravilloso lugar donde las prioridades del gobierno parecen extraídas de un guion de comedia de enredos, mientras nuestros funcionarios se deslizan en un carnaval de debates sobre la prohibición de las corridas de toros, olfateando la importancia de este espectáculo, como si eso fuera lo que de verdad mantiene a la ciudad a flote, porque claro, en medio del caos generalizado, proteger a los toros es la única y mayor preocupación que nos queda.

Mientras tanto, los ciudadanos, esos pequeños detalles en el gran esquema de la vida capitalina, enfrentamos una cruda realidad: una ciudad que se desmorona a nuestro alrededor.

Caminamos por nuestras calles, o mejor dicho, sobrevivir a un verdadero campo minado, baches, hoyos y zanjas son ahora nuestras constantes compañeras, cada paseo se convierte en una prueba de resistencia, una especie de inusual maratón urbano donde todos nos convertimos en expertos en acrobacias, buscando el pequeño sendero que se puede atravesar sin caer y cuando finalmente llegamos a la banqueta, ¡oh, la sorpresa! Nos topamos con un laberinto de losas rotas y escombros, el sueño de cualquier diseñador de parques de diversiones y nos preguntamos: ¿ha decidido el gobierno que la nueva forma de movilidad urbana es el parkour?, no me malinterpreten, nuestros ancianos y niños lo aprecian, claro, nada como una buena dosis de adrenalina para comenzar el día.

Y cómo no hablar de nuestro amado sistema de transporte público, ese espectáculo diario que es un cruce entre un viaje en avión y un descenso en paracaídas, claro ¿quién necesita un sistema eficiente cuando podemos disfrutar de la experiencia del miedo diario?, el metro, que debería ser el orgullo de la capital, ha tomado un derrotero hacia el espectáculo grotesco: filtraciones que deslumbran como cascadas urbanas, vagones que deciden detenerse entre estaciones justo cuando más prisa tenemos y accidentes que son ahora la norma, como si cada vez que nos montamos en un vagón estuviéramos jugando a la «ruleta rusa» de las transportes públicos, por supuesto, mientras nuestros ilustres líderes se deleitan con estos debates sobre los toros, ellos no parecen tener tiempo para resolver estos pequeños inconvenientes.

Podemos pasar a nuestros parques, esos privilegiados espacios que deberían ser un refugio pero que han sido condenados a ser un desierto de abandono absoluto. ¿Riego? ¿Mantenimiento? Esos conceptos, al parecer, son reliquias de un pasado distante, esta temporada, estamos dejando que nuestros espacios verdes se conviertan en escenarios dignos de una película post-apocalíptica, donde la única vida que persiste son las botellas de plástico y un puñado de latas olvidadas, quizás debería organizarse una exhibición de arte contemporáneo para resaltar esta “nueva naturaleza” en la ciudad, claro y mientras nuestros niños juegan entre montones de escombros, vamos a considerar todo esto como parte de la “nueva estética urbana”.

Ahora, la temporada de lluvias está a la vuelta de la esquina y todos sabemos que esa época mágica es un evento social donde nuestras calles se transforman en ríos caudalosos y las casas en pequeñas islas ¡Qué emoción! este año, la estrategia del gobierno parece ser simplemente actuar como si no existiera problema alguno, ni que el agua de lluvia pueda ser un problema real, ¿prevenir inundaciones? ¿Por qué? Es mucho más emocionante ver cómo las calles se convierten en auténticos ríos y cómo los ciudadanos se embarcan en sus propias aventuras náuticas como si estuviésemos en un episodio de “Survivor: CDMX”.

En fin, se nos presenta un espectáculo de prioridades tan surrealista que Salvador Dalí envidiaría, las corridas de toros es, sin duda, un acto que merece atención, pero que no se convierta en el único foco de atención mientras las urgencias que afectan la vida diaria se ignoran olímpicamente, la brecha entre lo que se discute en el palacio de gobierno y lo que realmente importa está tan desproporcionadamente marcada que parece un chiste, con un solo gran perdedor: la población.

La próxima vez que un funcionario se luzca anunciando su devoción por el bienestar de los animales, recordemos que nosotros, los ciudadanos, también merecemos un entorno que funcione, porque no se trata solo de toros, ¡se trata de nuestra dignidad!, así que, por favor, actúen antes de que nuestro aire se convierta en un lamento sordo en este teatro del absurdo, donde el eco de nuestras quejas se pierde en la neblina de la ineficacia, porque esto no es un circo; es la vida de millones,

¡Exijamos lo que es justo y verdadero Olé!